Tuve una revelación interior. La comparto con ustedes.
Mientras lavaba mi ropa escuchaba a un loro articular frases y gritos en la casa de a lado. Me causó gracia, y me puse a pensar en cómo es que un animal no inteligente puede copiar el sonido de la voz humana de alguna manera. Eso revelaba inteligencia, claro está, pero esto no provenía del loro en sí, sino en su diseñador. Y entonces, mientras pensaba en lo absurdo de la teoría de la evolución, pensé en cómo la ciencia de hoy se rompe la cabeza para inventar una explicación a la perfección y complejidad de la naturaleza. Y entonces dije; "A la ciencia le falta espíritu",
La revelación llegó cuando pensé en lo que implica el conocimiento. No se trata de solo conocer las cosas para poder hacer algo con ellas, o manejarlas, sino que es necesario una intención en el conocimiento, algo que tiene que ver con la intuición, el sentido común, la fe, etc. En otras palabras, uno debe buscar confirmación de algo que se espera. A la ciencia le falta fe en un Creador.
Ahora bien, hemos visto que el hombre fue representado por el templo de Yehóvah, y este tenía un Santísimo inaccesible, el cual corresponde con la cabeza. En este estaba la Ley en el Arca del Pacto, la base del conocimiento verdadero, y la luz sobrenatural que brillaba en su interior era una representación del espíritu de Yehóvah. Dije yo, allí está el conocimiento y el espíritu, de alguna manera.
En el Jardín de Edén, que era como un Santuario para el hombre, se encontraban los dos árboles que el hombre no debía tocar, los cuales representaron (1) el conocimiento del bien y el mal, es decir, la definición de lo que la autoridad de Dios establece como bueno o malo, símbolo del gobierno, y (2) el derecho a la vida eterna, que el espíritu de Dios provee. No están separados el uno del otro, así que allí se ve la ciencia y el espíritu que pertenecen a Dios y no al hombre.
Nosotros estamos hechos a imagen y semejanza del Creador, y nuestro cerebro tiene dos hemisferios, los cuales corresponden con los dos árboles del jardín. Un hemisferio es pragmático y enfatiza la necesidad de entender o conocer cosas, con el objeto de adquirir un grado de control limitado sobre ello. El conocimiento implica un grado de control sobre lo que se conoce, siempre dentro de los límites del Creador. De allí que el hombre haya intentado dominar lo que va conociendo, del modo incorrecto, desde que se rebeló contra Dios. Y el otro hemisferio es intuitivo, pues se plantea encontrarle sentido a las cosas. Es como si de allí partiera la fe en lo que se intenta conocer. Porque la inteligencia pura puede conocer cosas, pero el entendimiento implica poner cierta fe y esperanza de nuestra parte, porque fuimos creados con propósito, y no por capricho.
Lamentablemente, nuestra rebelión nos condujo al pecado, y entonces tenemos un conflicto interior entre lo que suponemos conocer y lo que deberíamos entender. La ciencia del hombre es estúpida, porque interpreta las cualidades y las abstracciones como manifestaciones accidentales. El hombre no puede explicar ni siquiera su sonrisa, y así se opone a la fe y la creencia en Yehóvah.
Finalmente, todo está en escala, y lo pequeño se refleja en lo grande, Porque todo proviene de Yehóvah, y con él hay coherencia y propósito en todo.
Como una observación adicional, a manera de recordatorio, tenemos a la Bestia y la Ramera. El Imperio Romano se dividió en dos: una Roma política (el gobierno que todo lo quiere controlar) y una Roma espiritual (la religión alejada de Dios, que intenta entender pero no puede). El hombre se autodestruye ante esa división. Y eso se verá cuando por fin la política, el Norte final, intenta destruir a la religión, el Sur final. Porque el hombre alejado de Dios al final de cuentas suprime su espiritualidad intencionalmente para hacer maldad y pecado. Así pues, si el fin del mundo no ha sido inmediato es porque en medio de las creencias siempre hubo esperanza de mejora, pero cuando viene el fin, la impiedad, el rechazo a los sagrado, domina al hombre, así que ya no tiene curación.
Si tú eres observador de la verdad, nunca olvides que tu espiritualidad corre peligro por causa del deseo de controlarte a ti mismo, de ser independiente. Allí está la profanación del árbol del conocimiento de lo bueno y lo malo, lo cual te quita el derecho a seguir recibiendo espíritu, el árbol de la vida.
Espero que esta reflexión, a manera de ensayo, pueda ser útil a alguien que quiera entender el camino hacia la verdad. No hay ciencia correcta sin espíritu. Uno debe conocer cosas con intención de entender y encajar lo que uno ya presiente que es verdadero. Eso es lo que intento hacer con lo que sé de la verdad, y por eso no me uno a los críticos del cristianismo. Porque no soy una bestia, es decir, un humano que solo quiere conocer para sacar provecho de la realidad, sino que quiero entender con sentido y con perspicacia, con fe e intuición... Porque así fuimos creados, con dos hemisferios que se complementan correctamente.
Que la gloria sea a Yehóvah nuestro Diseñador.
Si alguien desea conversar conmigo utilizando WhatsApp, puede hacerlo. No prometo aclarar todas las cosas, pero haré lo que pueda.
+51 975957594
Emmanuel.
