viernes, 29 de diciembre de 2017

Y seguimos tomando en cuenta...

Aprovechando que tengo unos momentos de libertad, sigo escribiendo algunas notas.

En relación con los tres períodos de siete  Tiempos, vale la pena tomar en consideración que son reales, pero no son explícitos en las Escrituras. Y eso me hace pensar que uno debe esforzarse por ir más allá de lo evidente.

El período que tiene que ver con el gobierno se cerró entre 1914 y 1919. Debió de comenzar desde 607 aEC, cuando los reinos de las naciones comenzaron a ejercer dominio sobre la dinastía de David. Esto llegó a ocurrir cuando el Faraón Nekoh instaló al rey vasallo Jehoiaquim y/o poco después, cuando el rey de Babilonia impuso un tributo al mismo y tomó el control del gobierno de Jerusalén.

Ahora bien, al margen de las discusiones sobre este período, que tiene que ver con la presencia activa del Mesías a través de un pueblo de Yehóvah, existen pues dos períodos similares. Ambos comienzan con una restricción por parte de Yehóvah y culminan con una restauración por parte del Mesías. Recordemos algunas pautas.

El 16 de Abib de 1473 aEC, después que Josué había hecho ingresar al pueblo de Israel a la Tierra Prometida, el Mesías se presentó en la forma del Príncipe del Ejército de Yehóvah. Ese día fue el final de un período de 2520 años (siete Tiempos) que había comenzado con la expulsión de Adán del Jardín de Edén (en 3993 aEC). En el principio de este período Dios había estacionado querubines con una espada llameante para obstruir la entrada al Jardín. Ese Jardín, a propósito, debió de ser toda la franja de Palestina, cuyo límite oriental era el río Jordán. Luego, el Príncipe se presenta delante de Josué con una espada desenvainada. Este período tiene que ver con una restricción del suelo. Esto es coherente, porque Israel es un representación colectiva de Adán.

El otro período de 2520 años culmina con el principio de la obra de Jesús en la Tierra. Mateo, Marcos y Lucas dan a entender que el tiempo señalado para esto fue cuando Jesús inició su obra pública en Galilea, más o menos en noviembre del año 30. Esto significaría que este período comenzó alrededor de noviembre de 2491 aEC.

Para entender el principio de este período tenemos que irnos a la declaración formal de Yehóvah, según Génesis 6:3, donde se dio una restricción sobre el espíritu santo. Esta restricción culminó con la obra espiritual del Mesías, y daría origen a la congregación cristiana en el año 33, al tiempo del Pentecostés.

Téngase en cuenta que al finalizar cada período de siete Tiempos, se manifiesta un pueblo de Dios. El primer período estableció a Israel en su tierra física, y les permitió a estos siervos antiguos de Yehóvah cumplir con su comisión de representarlo ante las naciones con el Pacto de la Ley. El segundo período dio origen a los cristianos primitivos, en reemplazo de los israelitas. Finalmente, el tercer período dio origen a la congregación cristiana moderna.

Al parecer cada período culmina con un lapso de formación de cinco años. El primero estuvo enmarcado entre 1473 y 1468 aEC, cuando se completó la conquista de Canaán. Y puesto que el tercero se enmarcó entre 1914 y 1919, cuando nació la clase José, entonces el segundo, al parecer, debe de haberse enmarcado entre el año 33 y el año 38. En consecuencia, el fin de la Era del Pacto Abrahámico tendría que ocurrir en la primavera de 2018, unos 1980 años después del año 38.

En una entrada que viene, volveremos a revisar el tema de los hijos de Lea y Raquel.

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